20150727

APOLOGÍA DE UN REPROCHE







Las cosas suceden, de una manera u otra.
Tu dulzura se iba transformando en hiel aquella tarde en la terraza del hotel "Madison Blue". Mientras te miraba, soltabas humo nicotínico por la comisura derecha de los labios, haciendo que desviara mis ojos al infinito. 

Entre múltiples reproches dijiste que nunca se tenía información sobre las personas, clavando tu mirada en la mía, como si después de años no nos conociéramos. Tan banal e insustancial era la situación de ese momento, que el sosiego de paz que disfruto hoy, no quiero que se transforme en enemigo de mi memoria.
Tanto tu como yo somos parecidos, ¡creámoslo...!
Nos dominan las ansias del poder, el deseo de controlar, somos puro relativistas morales. Estamos limitados por convencimientos. Somos artífices de nuestros propios deseos sin control, en un mundo de debilidades.
Nos creemos artistas, pero el arte es falso. Falacia que trae al caos del mundo un orden que no existe. Puedes pensar que esto no es mas que filosofía barata, pero no es cierto, seguro que nos encontraremos en otro mundo, en otra dimensión y el contexto será el mismo.
Te recuerdo que las conductas humanas son un cúmulo de adicciones personales. Hay secuencias en nuestras formas que respetamos y no lo hacemos desaparecer. Después de un ataque hay un periodo de enfriamiento. Mas tarde las fantasías aparecen de nuevo haciéndola realidad y por esta falsa razón nos sentimos superiores a los demás del resto de los mortales.
La persona necesita de una relación amistosa, amorosa o social, que engloba toda una realidad física, química y espiritual y que la convierte en un ser capaz de ir más allá de ciertos límites. El ser humano quiere ser libre y tener conciencia de su grandeza y de sus limitaciones y su lucha es por vivir cada vez mas y mejor y de ahí, el resultado de nuestra relación.
Cuando nos conocimos _ recuerdo nuestras primeras charlas _ deducimos que hay dos tipos de personas, las que hablan y las que actúan. Las primeras solo son buenas para tertulias de sobremesa, en cambio las que actúan son las que cambian al mundo y al hacerlos cambian a los demás. 
No seamos solo mascarones de proa del galeote de nuestras vidas, que solo sirve para embellecer.
Ahora prefiero actuar con el adiós y olvidar las tertulias de sobremesa…Mi experiencia me ha enseñado que todo lo que parece, no suele ser; y que todo lo que es, no es lo que parece.


AM&Astorga



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