ABRAZAR AL SUFRIMIENTO PARA DEJAR DE SUFRIR



Primera entrega

Soy Racing de 51 años, el segundo de cuatro hijos. Me llaman así los amigos, pero mi nombre completo es Lucio Racing Esquivel.
Vengo de regreso de unas vacaciones por España. Tres meses he pasado con unos amigos que me presentaron  costumbres, tradiciones e impresiones de la región andaluza. Tres meses es muy poco espacio para degustar los recónditos rincones que me ofrece Andalucía,  rincones tan sorprendentes que mis genes europeos señalaban incesantemente  el no regreso a Argentina.

Pero pasa el tiempo y ahora me encuentro inmerso en mi querida tierra. La realidad hace que atrás deje la añoranza de mi visita, quedando grabada en  lo mas profundo de mi alma. La distancia que separan ambos continentes es tan grande, que preciso de tiempo para reunir pesos antes de hacer una nueva visita.
El retorno, gracias a Dios, sin contrariedad,  lo hago en un vuelo no muy caro, 845€, de la compañía American Airlines. Un poco cansino por las horas de traslado  y por el cambio de horarios, pues llegamos al aeropuerto Ezeiza de la Capital Federal de  Buenos Aires, a las 07:45 h de la mañana.
Me hospedo en Retiro, en el hotel Marriott Plaza, cerca de la plaza de San Martín. La necesidad de descanso a mi llegada es tan imperiosa, que tras una buena ducha me acomodé en la cama y cerrando los ojos entré en estado onírico, hasta que de sopetón el sonido del teléfono hurgó en mis tímpanos  recordándome que el reloj marcaba las 20:00 hora, momento propio para franquear el comedor y cenar.

La  digestión la hice  paseando por la calle Florida, calle de comercios y oficinas  donde puede verse alguna que otra pareja de  “tangueros”. En la confluencia con Corriente, en una agradable terraza, tomé un  delicioso y  aromático café, de los que hacía tiempo no saboreaba, regresando al hospedaje para visitar de nuevo a  Morfeo.
Es mi segundo día en Buenos Aires, abro la cortinas y me recibe  un sol que luce con toda su grandiosidad, de esos  que no precisa de fármacos para levantar el ánimo. La fresca claridad hace que salte de la cama con los jugos gástricos en guerra en busca del desayuno. Justo el momento  para programar las actividades del día.
He pensado visitar a mi tío Edmundo, sería una falta el no hacerlo, Anabela, mi madre, me servirá las quejas si, a mi regreso al rancho, no llevo noticias de su único hermano que hace años que no se ven  ni conversan por telefonía por  cuestiones que desconozco.
_¿Cómo aceptará mi visita? No seré reconocido, la última vez que me tuvo cerca, disfrutaba de 12 años.
Tío Edmundo, médico jubilado, se ocupó bastante años en el hospital Gonnet de la Ciudad de La Plata. Se casó hace bastante con una joven y bella porteña, con  nombre de flor americana, Begonia, procedente de una buena familia adinerada de la Capital Federal de Buenos Aire,  que  por mis cálculos debe rondar  los 75 años.
Al caer la mañana, todo el mundo se congregan ante los bares para disfrutar del aperitivo del mediodía. Son las dos de la tarde y tras consultar el mapa hago el cálculo  del tiempo en llegar a La Plata y al domicilio de Edmundo. Será a la hora del café, buen momento para  la visita de rigor y ofrecerle el regalo traído  de España.
Marqué el número de tío Edmundo, respondiendo el contestador. No quise insistir en el timbre y me aventuro iniciar el viaje. Una vez en La Plata marco de nuevo y esta vez hace la llamada.

_ ¿Señor Esquivel?
_ Si, ¿con quien tengo el gozo de hablar?
_ Soy Lucio Racing, el hijo de su hermana Anabela, hace mucho que su hermana no sabía de vos y me insistió encarecidamente su visita.
_ Querido Lucio que alegría oírte al otro lado del auricular.
_ ¿Donde te encuentras?
_ Estoy  en La Plata
_ Dime donde estas, paso a allegarte.
_ Estoy en la diagonal 76  número 540
_Luego estas en la 76 entre 19 y 20, paso a tu encuentro.
Su voz mantenía un timbre triste, esa que si te paras en analizar, es como si anduviera por una pérdida importante. Me hago la pregunta si la idea de quedarme para la visita ha sido buena.
Solo la espera fue de veinte minutos, cuando apareció un taxi_peugeot 504, haciendo el conductor  referencia a mi nombre.
_ Señor ¿Lucio Racing?
_ Si, diga.
_ Me envía el Sr. Esquivel a su recogida.
_ Gracias señor.
Me acomodé en el asiento entablando con el taxista el saludo rutinario del tiempo, preguntando hacia donde nos dirigíamos tras el saludo.
_ Veo que nos estamos alejando de La Plata ¿hacia donde vamos?.
_ Al Mar de La Plata, concretamente en Loma de Stella Maris, es la dirección que me facilita el Sr. Esquivel.
Ante mi sorpresa mi silencio se mantiene y pongo cara de póker.  Haciendo kilómetros por la planicie de la autopista Au2 llegamos, por fin, a percibir la brisa del mar.
_ Esto indica _comenta el conductor_ que  estamos cerca del mar y que pronto tocaremos El Mar de la Plata, es una villa turística por excelencia de la aristocracia Argentina.

Para este entonces las manillas del reloj indicaban las siete y veinte minutos de la tarde, es decir, cinco horas y veinte minutos desde la Capital al lugar donde nos hallábamos. La costa es un complejo veraniego cargada de hoteles, restaurantes, discotecas y negocios que la bordeamos hasta subir por una empinada cuesta  que nos hacía llegar a lo alto de La Loma de Stella Maris. Área de grandes mansiones y casonas. El taxi se detuvo frente a un pórtico de madero de una bonita y enigmática  mansión. Su nombre Villa Victoria, de estilo colonial en madera, circundada por jardines con jacarandas y tilos. El taxista pulsó el contestador y desde el interior de la vivienda se escuchó la voz de una señora solicitando la identidad.
_ Ahora mismo le abro_ Pulsó el botón que abría el pórtico pasando el vehículo hasta el mismo porche de la mansión recibiéndonos una señora con cofia de mediana edad.
_ ¿Lucio? _ asentí con la cabeza _Sea usted bienvenido.
Acto seguido aparece un señor de edad avanzada con traje crudo, barba grisácea, cabeza cubierta con panamá  beige y bastón en mano._ Buenas tardes, soy Edmundo Esquivel _perdona mi torpeza. Acércate Lucio y dame un abrazo_ me allegué a sus brazos y note su firmeza en mi espalda.
Hace la presentación señalando_ Te  muestro a Paulette, aunque le llamamos Lette por ser más familiar. Es mi apreciable y querida ama de llave que aumenta el pequeño número de familia. Mi sobrino Lucio, hijo de mi querida hermana  Anabela.
Me quedé extasiado y sin palabra en la introducción del momento, cuando sin mas preámbulo D. Edmundo rompe el silencio.
_Lette ultima gastos con el conductor, nosotros pasamos al interior.

 Segunda entrega

Tengo que decir que la decoración decadente de la entrada me causó tal impacto que con educación hubiese dado la vuelta y subir al taxi que aún estaba aparcado en el porche.
Hacemos la entrada mientras me explica a detalle el interior del hogar. Al pasar al salón, de forma hexagonal con una hermosa y amplia escalera frontal, mis sentidos quedaron estupefactos ante la visión de la zona. Desde sus lados se abren puertas a distintas dependencias, separadas por cortinajes  aterciopelados  de color rosa palo y de sus paredes cuelgan óleos acreditados . Me llamó mucho a la atención “El reposo”.
_ Veo que consideras las pinturas_ le dice Edmundo.
_ Sí, especialmente ese_ indicando “El Reposo”
_ Es una copia limitada del pintor argentino Eduardo Schiaffino, este óleo sobre tela, fue datado en el año 1989, le tengo un apreciado valor. Su original está expuesto en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires.
_ Tenía noticia de esta pintura pero nunca la tuve tan cerca.
_ Si_ respondió Edmundo con el dedo índice apoyado en la mejilla izquierda como gesto de observación_ la iluminación del cuerpo sobre el fondo negro muestra el relax y el descanso de la anatomía femenina. Me alegra saber que te guste. Ocupa asiento voy atender otro asunto.
Mientras mantengo la observación de los detalles del lugar,  aparece Lette con bandeja en mano.
_Sr. Lucio ¿buen momento para mate y pastas?
_ Um…, agradezco su oferta Lette, sobre todo mate que por meses de  viaje no lo tomo, gracias.
Con  media sonrisa me sirve la infusión en un decorado mate_ Le dejo, en breve D. Edmundo le atenderá.

En la boda del tío, en Buenos Aires, mis padres se conocieron y por razones de falta de afinidad con Matías, mi padre,  nunca aceptó la relación. Tan solo una vez, en uno de sus viajes a Ushuaia, a su regreso pasó por nuestra Estancia en Villa Lago Meliquina. Mi madre, por aquel entonces solo gozaba de mi hermano Abericio y de mi que solo contaba con 12 años . Jamás supimos de su vida y jamás mi madre comentó el motivo de su distanciamiento. Anabela,  ya con 75 años, nunca olvidó a su único y querido hermano, siempre nos decía “_Si alguna vez subís a La Plata no dejéis de visitar a tío Edmundo, antes de morir me gozaría saber de él ”
Saboreando el humeante mate, mi visión se va a los detalles del salón. La impresionante escalera de madera hace  su prestancia y señorío  a sus merecidos moradores. La iluminación natural del recinto refracta las sombras fantasmagóricas de los enseres en el suelo barnizado, como a la espera del espectro de una señal inesperada, como si de una puesta en escena se tratara.
La presencia de D. Edmundo, con  bata atada a cintura, cambió su imagen haciendo que el acercamiento fuera mas flexible y afable.
_ Querido Lucio colócate cerca_ mientras señalaba el oído derecho_  No voy bien con esta audición y preciso de hablar y escuchar mucho.
_ Sin problema, ¿le sirvo un mate?
_ Gracias, pero ahora Lette me servirá el jarabe propio para esta edad. Una limonada. Me tomaría un mate contigo pero lo tengo prohibido por los excitantes.
_ Señor, su aspecto es muy saludable_ le dije con ímpetu y respondió con cara de asombro_ Te prohíbo desde ahora el trato de señor, prefiero que me llames tío o Edmundo.
_ Gracias por la confianza ofrecida, me hace sentir más cómodo. Elijo Edmundo.
_ Bien, entonces hagámonos  preguntas_ ¿Que me cuenta de mi querida Anabela? El saber de ella me causa una inmensa alegría.
Le comento, con mate en mano acomodándome en la butaca _ Por lo vivido cuenta canas y algún que otro dolor en las articulaciones. No suele ser cliente habitual de consulta médica, se repara con pocos medicamentos.
_ Es una buena señal, con balbuceo a la respuesta_ Soy su hermano, consiéntame el abuso de galanterías hacia ella. Es el único ser que me dejó mis padres y la quiero con locura.
_ Ella también mantiene esos sentimientos de cariño hacia vos, pues cuando le miro, por el rabillo del ojo, veo en su rostro la necesidad de tener un encuentro contigo.
_ Querido Lucio, me conmueve tus expresiones y fortalece mi alma tus palabras.
Miro a sus ojos protegidos con gafa  _ Permítame una pregunta D. Edmundo, quizás un poco prematura, pero mi relación con vos será más cómoda cuando tenga la respuesta.
_Dime Lucio_ orientando la oreja por el lado de más audición.
_ ¿Cuál fue la causa  que originó el alejamiento de nuestra corta familia? Jamás nuestros padres hicieron comentarios al respecto y como entenderás y a mis cincuenta y un años la intriga me desgasta y no me siento con libertad frente a vos.
_ Sí_ afirmando el entendimiento _ como bien dices es una pregunta un tanto prematura, en su momento lo entenderás.

El silencio hizo incrementar la incógnita a la espera de esa señal inesperada que no muy tarde me revelaría. Después de  la infusión se retiró al despacho, dejando mi  presencia en manos de Lette.
Subimos a la planta principal donde se distribuyen los distintos aposentos. A medida que nos desplazábamos por el pasillo , me iba indicando las distintas dependencias.

_ Ese es el dormitorio de los señores y este otro para  vos donde  podrá disfrutarlo.
_ Gracias_ mientras miraba el cuido y esmero del uniforme_ pero… aún no he podido hablar con Edmundo  sobre esta inesperada  visita. Estas circunstancias no entran dentro de mis proyectos, mi equipaje lo dejé en el hotel.
_ No se inquiete Sr. Lucio, ya me indicó el señor que le situara, además  la hora es improcedente para su regreso a la Capital, así que pase y acomódese, dispone de todo lo que hace falta y si precisa de algo en especial no deje en avisar por el timbre. A las diez servimos la cena.

Haciendo una inspección del perímetro, fue la cama en  lo primero que me centré, posiblemente por el cansancio del ajetreado viaje. Miré a mi alrededor, como si cien ojos me estuviesen observando. Con sigilo  me tendí en la cama creyéndome flotar entre nubes. De buenas, me hubiese quedado de esa guisa, mantuve los ojos abiertos y fijándolos en el techo me quedé prendado con las  pinturas de trampantojos que diseñaban el friso de la techumbre. En el centro del techo una lámpara de cristal de Murano, de dimensiones acorde con el espacio, cuelga como principal punto lumínico de la habitación. La pared junto a pie de cama, de color verde manzana lo recorta un balcón  adornado con cortinajes dorados y visillos  blancos. Justo al lado, una mesa escritorio con aplique de cristal proyecta luz cenicienta apropiada para la lectura. Le acompaña un lindo y armonioso sillón. El resto de las paredes continúan  con la gama de los verdes en tono pastel. Son tres los cuadros que cuelgan de ellas.
Un armario en la pared derecha acompaña una puerta con la misma decoración, indicando el paso al baño de estilo toscano, cálido y luminoso con acceso a un ventanal de vidrio plomado.
Mucha ostentación para mis hábitos, esto es un sueño, mis padres no se imagina esta abundancia, acostumbrados a la rústica vida de La Estancia.
Antes del aseo para la cena examino el exterior de la planta. En silencio sepulcral, bordeo el pasillo con excesivo calor, la calefacción no esta bien ajustada. Mi frente perlada de sudor la extraje con un pañuelo de papel. Precisaba escuchar algún que otro sonido que mostrara que habían moradores en el lugar  pero las dimensiones de la vivienda y la construcción en madera amortigua los sonidos y si lo hay se hacen fácilmente inapreciable.
En una puerta cercana a mi habitación con aviso de “privado no pasar  hace que mi curiosidad fuese  mas débil que la prohibición y tras mirar a ambos lados del pasillo hice el intento de abrir.
A mis espaldas, Lette _ ¿Apetece algo Sr. Lucio?_
Hice un giro_ Si, perdón, este calor asfixiante me pide tomar un poco de agua_  fue una excusa para salir de la situación.
La frente perlada de nuevo, no solo del calor, sino por el encuentro inesperado.
_ Diré al servicio que baje un poco la temperatura. En el refrigerador de su habitación le dejé una botella de agua, refrescos y algo de alcohol con sus vasos oportunos.
Perdona Lette _mostrando una actitud más tranquila_ pero no vi. el refrigerador. Quería comentar que no me encuentro correcto para la cena con esta vestidura.
_ Buscaré alguna y la dejo en la habitación.
Me retiré del lugar agradeciendo la acción y como gato cepillado hice un giro entrando  en mi habitación a esperar, para continuar  con la  inspección. Esta vez desde lo alto.
Abrí el balcón para ver el exterior y encontré ante mis ojos un hermoso jardín, de influencia italiana, delimitado por la mansión.
Una gran extensión rectangular dividida por dos praderas perfiladas por platabandas, hacen el camino de entrada al porche, dejando en el centro una glorieta con un estanque de perfil lobulado. Los laterales de la vivienda incorporan setos de mediana altura y algunos árboles florales, como jacarandas y tilos. Junto a ellos, pequeñas balaustradas protegen unas esculturas.
La observación se rompe con la llamada a la puerta de una asistenta.
_ Buenas tarde señor, perdón…dejo a  pie de cama.
_ Gracias señorita
Depositó una bandeja de mimbre cubierta en papel seda que contenía de forma muy ordenada un pantalón beige, una camisa blanca de algodón y un foulard de seda marrón con dorados.
Con el detalle de la conjunción de colores de las prendas, reflexioné de la indagación tan aguda de Lette. Avistó los zapatos marrones que calzo.

 Tercera entrega 

Me intriga que el tío no me haya hablado de Begonia. Es una situación rara en él, pues no corresponde con la actitud formal y educada de Edmundo. Algo ocurre.
Dispongo de hora y media para emperifollarme antes de la cena.
El sol comienza a caer, momento para dar comienzo al acicalado. Preparé la bañera con agua tibia, mi cuerpo envuelto en perfumadas espumas quedó en completo relax. Por el cansancio acumulado hubiese pasado a la cama. Continué con el rasurado, me embadurné en crema y antes de colocarme la indumentaria, miré el reloj _ aún disponía de tiempo_ me coloqué la bata y preparé un Martini. El regalo traído de España debía ser  entregarlo en la cena.
Se acerca el momento para vestirme. El pantalón marcaba la calidad, la camisa blanca desabrochada los tres primeros  botones, la situé amplia y abombada con el foulard, haciendo las veces de fajín o cinturón. El blanco de la camisa avivaba mi imagen, hacia  resaltar el bronceado español que aún mantenía.  La ropa fue muy acertada, tan elegante que cuando me vi. en el espejo creía ver otro Lucio. Nunca pensé vivir estos momentos de alto crédito y de señorío familiar.
El reloj marca las diez menos cuarto, elegí un perfume argentino de Karina Rabolini que encontré en el estante del baño, un perfume fuerte dulce y ligero apropiado para atraer la noche. En mis manos el regalo, pero antes de salir de la habitación, me miré una, dos, hasta tres veces en el espejo, agudizando los sentidos antes de preparar el encuentro.
El comedor, situado en un lateral de la planta baja, fue fácil de encontrar. Cinco minutos antes de lo acordado, situada en un ángulo de la mesa, estaba Lette esperando a los comensales.
_Buenas noches Sr. Lucio ¿Algún problema?
_Buenas  noches Lette, he tenido que hacer uso de todo, vine solo con lo puesto_ con bajada de tono me indica _ aquí no precisa de nada, considere su  propia casa.
Hace  la entrada D. Edmundo con traje gris a rayas,  que con dificultad escuchó a Lette _ me alegro que todo fuera bien.

Al poco aparece una asistenta transportando en silla de rueda  a una señora de aspecto muy acicalado , con vestido morado y escote redondo, mostrando un bonito collar de perlas blancas a juego con los pendientes. El pelo corto, blanco nieve y  manos cuidadas luce un bonito anillo de brillantes.

Hace la presentación Edmundo_ Begonia  es mi sobrino Lucio, hijo de mi hermana Anabela, no te recordarás porque era muy niño.
_ Ah lucio, sí, tu eres el amigo de infancia de mi hijo Fructuoso_
Miré atónito a mi alrededor sin entender la respuesta de Begonia.
Continuando con la admiración sin hacer alusión a las respuestas mantuve la conversación _ Es un placer conocerla señora, mamá habla mucho de usted.
_ ¿Su mamá? Si, ¿y la conozco? ¿viaja contigo?
_ No, se encuentra en Neuquén. Vengo de regreso de unas vacaciones por España.
Begonia, con la mirada fundida en el espacio y haciendo paréntesis  mantenía la conversación_ Siento que en estos momentos  mi hijo no este con nosotros. Tiene muchas ocupaciones de trabajo. Le absorbe el tiempo su despacho en la Capital, hasta el de su madre.
Conservando el silencio, veo que unas lágrimas se desplazan por los surcos que marcan las arrugas. Se aproxima Edmundo y con un pañuelo le seca, abrazándole y depositándole un beso en la mejilla. Se adelanta Lette, para cambiar el clímax,  organizando los lugares de los comensales y con mesura, para no levantar sospecha, se acerca a mi asiento y haciéndome señales con la vista me indica la triste situación por la que estaba pasando la señora.
Edmundo rompe el lapsus de silencio iniciando  de nuevo la conversación.
_Lamenté  cuando rompí  el pasado de familia para empezar una nueva vida_ refiriéndose a sus orígenes _ tus padres formaban parte de ese pasado que intenté borrar y gracias a ti quiero ahora recuperar.
 _ Le recuerdo que me debes una explicación sobre lo ocurrido en la familia_ le dije sin perder la mirada.
_Tenemos tiempo para hablar después de la cena.
A lo lejos se oye la llamada de un celular
_ Lucio creo que es la melodía de tu teléfono, debes de haberlo dejado en la habitación, acércate por él  _ dijo Edmundo con voz grata.
_ Si lo dejé en la habitación, no pensé recibir llamadas a estas horas , con vuestro permiso pasaré  a la habitación _ Era mamá interesándose por mi vuelta, pues hace mucho que no hablamos y quería saber en que situación me encontraba.

Begonia, con la mirada ida,  se  abstraía  ensimismada en el espacio, mientras Lette le acercaba los alimentos a la boca.  Terminando los postres y pensando de nuevo en el estado de Begonia , levanté los ojos al cielo y exclamé:

_ ¡Pero cómo no se me había ocurrido antes!_ introduje la mano en el bolsillo del pantalón, saqué el regalo que desde España me acompañó y entregué a la señora.
_ Anda, mira_ dijo Begonia señalando el  precioso camafeo  en plata de ley y granate_ es  el broche que Fructuoso prometió enviarme_ Lo puso en el cuenco de la mano y lo beso, mientras el llanto de agonía le colmaba.

Miré a Edmundo y sin palabras le ofrecí moral ante la tristeza que expresaba sus ojos.

_ Querido Lucio, esto es la muerte cerebral de forma paulatina. Hace que sus movimientos para deambular se merme, aunque algunos recuerdos del pasado no los tengan abolidos. Mi querida y amada esposa padece de Alzheimer.

Mi alma se  derrumbó al ver esa mujer y el lamento del marido.
No pude contener la emoción y mis ojos  se inundaron en lágrimas, lamentando la situación.


Cuarta entrega

Terminada la cena, trasladaron a Begonia al dormitorio para acomodarla antes que el sueño la dominase. El control automático de vida, lo lleva de forma muy prescrita, necesario para su cuido. Nosotros pasamos al salón de tertulia a saborear un exquisito licor.
¡Por fin…! conseguí lugar y momento para que Edmundo me respondiera por la causa que originó el alejamiento de nuestra corta familia.
Acomodándose en el asiento y balanceando la copa respondió _Te cuento Lucio:
"En San Martín de los Andes en una bonita casa con vistas a las montañas andinas, a  sólo 500 metros del lago Lacar, vivieron nuestros padres.  Anabela  y yo fuimos frutos de esa unión, a la que supero en siete años . Actualmente setenta y cinco, los mismos que tiene mi amada Begonia.
De joven empezó su primera y única relación de pareja con Matías Racing. Resultó embarazada, siendo menor de edad, sólo tenía diecisiete años, Mis padres nunca aceptaron ese atrevimiento. Por su educación no aprobaban dicha acción, a pesar de todo le dio asilo hasta que parió, mientras Matías  buscaba trabajo en Villa Lago Meliquina, donde actualmente acopló la familia.
Generado por los malditos celos, la relación con mi hermana cada vez se hizo mas espinosa, no llegando a entender porqué me arrebataron su cariño.
Después del nacimiento de  Abericio, nombre que eligieron para el primogénito por el significado de primer hijo, mi padre favoreció mis estudios en la Facultad de Medicina de la Capital Federal de Buenos Aires. Con veintiocho  me doctoré y conocí a Begonia Silva, hija de un ilustre argentino, que disfrutaba de veintiún años por aquel entonces , nos casamos y nos trasladamos a La Plata continuando con mis actividades sanitarias en el hospital Gonnet . Aquí nació mi amado hijo Fructuoso.
Nuestro matrimonio cursó dentro de la felicidad y el bienestar. Al cabo de unos años compramos esta casa, en el Mar de La Plata, gracias al aporte económico  entregado por los padres de mi esposa. Ellos vienen de una familia acomodada de Buenos Aires.
Fructuoso cumplía dieciocho años y se encontraba realizando los estudios en la Facultad de Ciencias Económicas de la  Universidad de la Capital Federal. La mayoría de las veces se comunicaba con nosotros por telefonía. Las menos en presencia física, entre otras cosas, por su dedicación a los estudios y al círculo de amistades. No era un chico conflictivo, solo los conflictos  propios de la edad. Alegre, educado y con buenas dotes de cariño. Siempre disponía de una sonrisa para quien lo necesitara. Tenía, como suele decir, buen corazón.
Coincidió sus estudios con el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976  que derrocó al gobierno peronista. Fue cuando el país sufre políticamente un cambio que se denominó “Proceso de Reorganización Nacional” . Así se auto-denominó la dictadura cívico-militar que gobernó la Argentina. Una dictadura donde fue violado muchos derechos humanos y fue la mas sangrienta de la historia argentina, la desaparición y muerte se contaron por miles. Los cuerpos de los desaparecidos fueron mutilados para evitar su reconocimiento. Mi hijo Fructuoso desapareció. Sus ideas políticas eran consideradas subversión y por tanto traidoras a la causa. Muchas veces, su madre y yo,  le invitamos a que abandonaran todas esas ideas por miedo a los tiempos que circulaban. Con esa edad es muy difícil despedazar el idealismo.
Le buscamos por todos los lugares habidos y por haber, sin respuesta. Quisimos seguir buscando hasta que vimos en la lista de desaparecido de la Asociación Las Madres de Plaza de Mayo el nombre de Fructuoso Esquivel Silva, DESAPARECIDO por la cruel dictadura. En ese instante nuestras vidas se vieron envueltas en una espesa niebla que no dejaba pasar al mas allá. Hicimos lo que los padres hacen cuando ha experimentado el inenarrable dolor de perder un hijo. Tuvimos que abrazar el sufrimiento para dejar de sufrir.
Mi Begonia, aun lúcida, derramó cascadas y cascadas de lágrimas sobre su rostro, haciendo de ellas sus grandes compañeras. Preferimos mantenerlo en el anonimato, compartiendo el dolor desde el silencio, como tantas familias que también perdieron  a uno de sus hijos. Pero no dejamos, sobre todo mi esposa, de forjarnos la pregunta ¿por qué tengo que sufrir este dolor?
El resto te lo puedes imaginar…poco a poco, mi compañera fue perdiendo la lucidez hasta llegar a la demencia, donde vive en un mundo de esperanza  de encuentro con su hijo Fructuoso.
¡Como no…! Es para volverse loco ¿verdad Lucio?. Esta pérdida tan importante en nuestras vidas fue ampliada a ese aislamiento personal como familiar”.
Terminó el relato y respondió_ Estas fueron las causas que originaron el alejamiento de nuestra corta familia_ entrando Edmundo en la mas hundida tristeza.
Mientras escuchaba el argumento, tomé así como tres licores para hacer mas pasable la congoja. Me acerque al tío extendiendo mis brazos y apoyándolo en mi torso, le besé hasta que noté que los latidos de su corazón se habían normalizado.

Quinta entrega

No pude conciliar el sueño, la noche la pasé girando en la cama y en cada giro recordaba la historia de tío Edmundo. Se aproximaban los lumínicos rayos del recién nacido sol, cuando mis párpados se unieron para entrar en el estado soñador. Ya era tarde…me apropié de una buena ducha y disfruté en bata del nuevo amanecer desde el balcón.

Los cambios tonales de las luces, me hizo reflexionar sobre la existencia de esa otra vida donde se encontraba Fructuoso y que un día, seguro, nos encontraríamos para relacionarnos desde esa otra dimensión. Programé el regreso a Neuquén. Primero al hotel de Buenos Aires para retirar el equipaje y organizar el retorno a La Estancia.

Hicimos el desayuno en familia, Lette avisó a un taxi para pasar a recogerme y acercarme a la estación del bus que me trasladaría a la Capital.

Empecé los despidos con Begonia con un fuerte abrazo de “osito” mientras me repetía la frase _ Siento que en estos momentos  mi hijo no este con nosotros. Tiene muchas ocupaciones de trabajo. Le absorbe todo el  espacio su despacho en la Capital, hasta el tiempo de su madre.

Edmundo mientras me abrazaba me decía al oído _Nunca digo adiós a nadie y menos a las que tengo cerca como a ti, besa con ímpetu a mi hermana Anabela y dile que no quiero marcharme sin gozarla cerca.

Me acerqué a Paulette diciendo _ Dios te bendiga por el bien que haces_ y mirando a D. Edmundo, se despidió de mi con un beso.

Desde el taxi veía batir las manos deseándome el regreso a la vez que mis ojos se cubrían de lágrimas solo en pensar el dolor que dejaba atrás y que igual sería el último adiós . Mientras me alejaba de Villa Victoria, medité que sobrevivir a la muerte de un hijo es algo para lo que no estamos preparado, es como si nos dejara con las manos desocupadas.

Ya en Buenos Aires, me fui directamente al hotel Marriott a cerrar la estancia y gestionar el vuelo de cabotaje a San Martín de los Andes en el aeropuerto Jorge Newbery. Pude conseguir un vuelo con Aerolíneas Argentinas  para las cinco de la tarde con llegada a San Martín a la ocho y media. A las diez de la noche estaría en casa. Son muchas las ganas que tengo de llegar y reencontrarme con la familia.

Por amenaza de tempestad de viento y nieve, en San Martín de los Andes, pensaban cerrar el vuelo.  Al no cumplirse la previsión del tiempo continuaron con los horarios de salidas. Una suerte, pues el viajar en esta fecha es una incógnita, no se sabe como va a responder. Hay una gran diferencia con el clima caluroso que dejé en España.

Sin novedad llegamos a Chapelco, nombre coloquial con el que se conoce al aeropuerto Aviador Carlos Campo que se encuentra entre las ciudades de San Martín y Junín  de los Andes. Fui recibido por una ligera llovizna de agua nieve y  frío que calaba los huesos. Preveía esta situación  y deje a mano una campera de zorro argentino, que hace años me acompaña para estas ocasiones. Tomé el bus de desplazamiento hasta San Martín y aquí otro hasta Villa Lago Maliquina.

Cómo agua de mayo, expresión andaluza de deseo, me recibieron mis padres y mi hermano Fernando. Nos fundimos en abrazos y besos percibiendo tras cuatro meses de ausencia, la pérdida acusada del colágeno cutáneo de los mayores.

Fernando, mi hermano pequeño, muy interesado en saber como era la vida en Sevilla y si alguien se había adueñado de mi corazón. No era el momento, una buena ducha antes de la cena y recuperar el tacto de mi cama es quizás lo que más necesitaba, mañana dispondré de todo el tiempo para contar mis peripecias andadas.

Última entrega
Hoy cuando despierto, abro la ventana para ver el amanecer. Mis sentidos se ubican al ver mi lago envuelto por una espesa niebla  que une el horizonte con el blanco de las cubres. Bonita estampa invernal, pensé que el presente está aquí sin olvidar el pasado dejado a mis espaldas. Tengo que rememorar para no dejarlo en el arca del olvido.
_Buen día hijo_ Frente la cocina de leña con su mandril recién planchado Anabela, mi madre, preparaba el desayuno _Vamos Lucio, te he preparado esas tortillas de maíz que tanto te gusta_. De sorpresa le tomé entre mis brazos y zas...!, uní mis labios en su mejilla  como lapa se adhiere  a la roca _Te quiero mucho mamá, no te dejaré nunca, nunca, nunca.
_Algún día lo harás hijo mío, ya es tiempo para que te unas. Esperaba que viniese acompañado de una guapa española_ Riéndose me soltó un ligero golpe en el trasero_ No sólo tu me preocupas hijo, también se encuentra en la misma situación tu hermano Fernando que con sus treinta años sigue sin tener pareja.
La mentalidad de mi madre y de las madres de esa generación se encuentran desfasadas. No queda otra que seguir su ritmo para hacerle agradable el resto de sus días. Mi padre, Matías, más comedido, invita al sosiego y a la tranquilidad, como buen sajón, es mas maleables con los tiempos que corren, se adapta mas a las nuevas generaciones. Madruga bastante por el hacer de La Estancia. Le veré mas tarde a la hora del aperitivo.

Con sonrisa, me dirigí a mamá por su nombre_ Anabela...vamos a cambiar de tema, casi seguro estoy que esto que te cuento te va a gustar.
Cuando mi madre me nombra con apellido, quiere decir que me parezco a papá_ Dime Lucio Racing, no me intrigues.
_En Buenos Aires pensé visitar a tío Edmundo_ con ojos sorprendidos se acomodó en mi mirada y sin pausa me respondió
_ Vamos hijo cuéntame, estoy ansiosa por saber de mi hermano ¿qué tal se encuentra?
_Espera mamá, termino el desayuno y te cuento_ mientras, sus ojos se inundaron con el recuerdo. Entró la mano al bolsillo y sacando un pañuelo se sonó las narices diciendo _por fin...! has acabado, soy todo oído.
_Bien madre...!
Comenté todo  e intenté de plasmar los momentos que viví haciendo que ella también  lo viviese. El sufrimiento padecido por su hermano le hizo reflexionar sobre la capacidad de perdonar y no ser rencorosa.
El corazón se le hizo añicos y si ganas tenía en saber de él, ahora más para visitarlo.
Como por arte de magia, aparece Fernando, aún en pijama, reclamando su desayuno a la vez que hacia preguntas sobre mis vivencias en España.

_ Lucio me contarás a detalle lo vivido en Sevilla. Llevas unos meses fuera _le aclaró Fernando_ y tengo ganas de hablar contigo
_¡Pesado...!, te contaré poco a poco mis vivencias...

Sevilla es una ciudad donde la religiosidad y el folklore van unidos, para decirte que hay iglesias por muchos sitios. Es muy difícil estar sentado en un bar y no ver pasar enseguida un cura, una monja o un grupo de beatas rezando el Rosario o camino de misa. O que de pronto empiecen a repicar las campanas o escuchar las explosiones de  cohetes anunciando una festividad. Comenzaré poco a poco a contarte, que es mucho. Tengo que hacer uso del libro de notas.

Anabela quedó ensimismada pensando en el sufrimiento de su hermano, solo escuchaba el murmullo de mi voz con la de Fernando
Te presto atención_ Me responde Fernando con las dos manos ocupadas, una la taza de leche y la otra  una torta de maíz, cuando hace su entrada mi padre con el típico puro de costumbre  situando el sombrero en el perchero de  entrada.

_Buen día papá_ con  el saludo le añadí  una pequeña mentira para hacer mas atractiva la conversación__He  estado todo el día buscándote, pero no he podido localizarte hasta ahora_ le dije, por decir algo.
Y con seriedad sajona responde_ No te habrás esforzado lo bastante. Mis rutinas no han cambiado. Sigo haciendo las mismas cosas de siempre.
Mi madre de carácter fuerte y corazón tierno, con voz casi apagada invita a Matías a pasar al salón_ ¿Me acompañas? quiero hablarte.
_¿Que ocurre Anabela?_Sorprendido por la privacidad exigida._ Cierra la puerta del salón.
Quedé  en la cocina mientras  Fernando terminaba el desayuno.
Llevo dos días dando vuelta a la cabeza desde que dejé el Mar de la Plata. No puedo dejar de pensar en ellos. Me obsesiona hasta el punto de quitarme el sueño. Me asomé con mucho cuidado al salón donde  alargaban su parlamento y esperé a que terminasen.
Habló mi padre, haciendo acopio del problema existente_ Hijos a surgido un problema, que con el apoyo de vuestra madre, intentamos de suavizarlo, os comento:
 Mi hermano me miró extrañado esperando respuesta_ Lucio entiende lo que  vamos a  decir, pero tu Fernando desconoce el problema. Hemos decidido, tu madre y yo, desplazarnos  a vivir durante unos meses  al  Mar de la Plata, a  casa de tío Edmundo por razones prioritarias de familia que Lucio conoce y  te explicará.
Lo cierto es que el tiempo apremia y necesito que vosotros os hagáis cargo de la Estancia. Vuestros hermanos Abericio y Palmira por sus quehaceres particulares y familiares, os visitará con frecuencia por sí necesitáis de sus ayudas durante nuestra ausencia.
Anabela no podía fallar ese encuentro con su hermano. Es mucho el cariño que le tiene. Matías , a pesar de su seriedad inglesa, es un ser encantador y tiene un corazón que no le entra en el pecho.
Puse ojos de sorpresa, aún sabiendo  la decisión que iban a tomar, comentando
_ Llevaremos  las riendas de la Estancia de la mejor manera y pondremos todo nuestro interés en el cargo, así pues, no os preocupéis y hacer lo que tengáis que hacer ¿Cuando pensáis marchar?
_ En cuanto tengamos gestionado el vuelo y el equipaje_ respondió Anabela con ansia.
_ Entonces, con vuestro permiso voy a pasar a San Martín, quiero que  llevéis  un recuerdo de aquí, a demás tengo que escribir el final.
Salí de la casa, mientras mis padres permanecieron unos instantes contemplándome.
Anabela , con los brazos cruzados comenta _No podría estar superando esta realidad si no hubiera sido por él. Es una pieza clave para esta unión. Tendría que vivir varias vidas para agradecerle todo lo que esta haciendo.
Paseé por la avenida General  Villegas, buscando algún detalle sin ver nada adecuado para el caso, opté por hacer una llamada a Edmundo. Quizás  oír mi voz fuera lo más acertado. Tecleé   el celular.

_Buen día  tío Edmundo
_Que lindo Lucio, no esperaba tu llamada.
_¿Como se encuentra Begonia?
_ Igual que la viste, poco más te puedo contar de ella. ¿Qué tal el regreso?

La conversación protocolaria me sirvió  para hacer tiempo y pensar lo que quería decir _El regreso, bien, sin problema. Me recibió un frío justiciero acompañado de agua nieve. Noté una  gran diferencia con respecto a Buenos Aires y España, allá es verano.
_¿Como encontraste a la familia?
 _Todos bien con ganas de tenerme...muy bien recibido.
 Me anticipé a las preguntas  y sin permitir respuesta le dije:
_Tío Edmundo, en breve recibirás una sorpresa, Pon oídos a lo que te voy a decir:

_Te envío el blanco puro de las cumbres andinas, el azul de sus lagos y el sol que abraza esta tierra Argentina. Acógela entre tus brazos y no la suelte. Sé que estas acostumbrado a sufrir y con este regalo te invito a que pruebes abrazar al sufrimiento para dejar de sufrir, y entonces te diré:

"...¿Por qué lloras, amigo…?, ¿qué te sucede, hermano…?,
¿tienes el alma triste…, te duele el corazón…?
¿Puedo darte un abrazo…? ¿Puedo tomar tu mano,
y acompañarte en medio de tu desolación…?
Te prometo quedarme inmóvil y callado,
respetando en silencio tu profundo dolor…,
no te hablaré de nada de lo que te ha pasado:
voy a quedarme mudo…, sólo irradiando amor…"
(Anónimo)

Tras el auricular... un sollozo...un beso... un silencio…y el corte de la comunicación.
Frente a Lucio una floristería y el envío a D. Edmundo de una fresca begonia floreada de pétalos blancos y estambres amarillos.
FIN





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