Santa Maria del Sagrado Monte Carmelo, mas conocida en las ciudades marianas como Virgen del Carmen, es una advocación a la Virgen María, fiel protectora de los pescadores e intercesora de las Ánimas del Purgatorio. La Marina Española le concedió el título de Patrona y Estrella de los mares. El pasado 16 de julio se celebró su festividad fijada por la iglesia. Barbate por su entrega al mar la toma como excelsa Patrona y para la mayoría de los pescadores éste es un día muy esperado.
La iconografía de la Virgen es muy singular…observa y verás. La presentación al pueblo del pequeño hijo en brazo, la templanza mirada de la madre y su fino perfil hace que sea una de las imágenes mas reconocidas dentro del territorio español. Pero pasemos a la procesión en su honor.
El sol despunta el día, el reloj marca las ocho y tras repiques de campanas la Virgen del Carmen acompañada de un completo séquito, inicia su salida procesional del templo hacia el recinto de la lonja del puerto pesquero de la Albufera. Esta vez el itinerario de su recorrido lo hace a través de calles del interior del pueblo, algo mas largo que en años anteriores pero mas emocionante y variado en todo el trayecto. Es de mencionar la lluvia de pétalos, en diferentes puntos del recorrido, que por efecto del aire volaban como si de mariposas multicolores se trataran.
Nuestro familiar viento de levante hizo una entrada suave con calor sofocante que aumentó a medida que se acercaba al medio día, siendo mas latente por avenidas abiertas carentes de sombras. Aumentaban progresivamente los grupos de personas al paso de la Virgen, llevada con hermosa elegancia al son de marchas de la banda de música de la localidad. Los escapularios golpeados, a veces con violencia por el viento, exhortaban bendiciones al pueblo, mientras las miradas eran clavadas en súplica a su Patrona.
La comitiva abrió paso aproximando la Virgen a la Avenida del Mar. En este lugar el calor se hizo notar mas hasta su llegada al puerto. En el recinto portuario las personas se aglutinaban en sombras refugiándose de la temperatura ambiental y en la lonja, transformada en santuario, el gentío se masificó a la espera de presenciar la entrada de la Señora que fue ovacionada con las notas musicales de la Salve Reina de los Mares, vítores, alabanzas y piropos hasta su llegada al altar donde se le ofició una solemne misa con cánticos y entrega floral alcanzando su máxima expresión.
Durante el resto del día, hasta su embarque, la Virgen escoltada por la marinería, mantiene un continuo ir y venir de visitantes. Avanzada la tarde los muelles del puerto se fue llenando de gentes ocupando los mejores ángulos de visión. A las siete de la tarde el Benamahoma, atracado en el muelle deportivo, embarcó a los invitados para mas tarde, a las ocho, hacerlo las autoridades de la comitiva de la Virgen que junto con la Señora serían la tripulación al completo del embarque.
Atracado el pesquero en el muelle de la lonja, el patrón en alta voz autoriza el embarque de la Virgen despojada del manto, y entregando los mando como Patrona y Capitana del Benamahoma. Es el momento, tras situarla en la proa, para soltar amarras e iniciar la navegación. En un principio por las aguas del puerto recorriendo los muelles mientras el clamor del pueblo es mezclado con los cánticos de alegría y rezos que salen de la embarcación.
Como milagro el levante amainó, permitiendo que el Benamahoma, escoltado por múltiples embarcaciones, saliese por la bocana hasta navegar por la ensenada de la bahía de Barbate, donde el sacerdote ofició el rito de bendición de las aguas.
Rafael Oliva patrón del Benamahoma
Al regreso previo un saludo al pueblo y con una exhibición pirotécnica, la imagen es desembarcada y cortejada con mucho fervor para hacer el regreso al templo.