Ya
el Génesis 3:19 , nos recuerda “…Te ganarás el pan con el sudor de tu frente,
hasta que vuelva a la tierra, de donde fuiste sacado. Porque polvo eres, y al
polvo volverás”. Está claro que nos prepara, desde el nacimiento hasta la
muerte, en la lucha por conseguir
lo preciso para permanecer en este majestuoso mundo.
“El trabajo” viene como, hilo al botón,
adherido a nuestra existencia. No es un lujo, es una necesidad. Nadie lo hace
por hobbies y quien lo piense esta equivocado.
Trabajo-
Salario, es un binomio ineludible
para cubrir las necesidades básicas, aunque para otros le sirva, también, para
las no esenciales.
Hay
dos valores muy importante que debemos tener en cuenta en las relaciones
laborales, “La honestidad y el respeto”. Estos valores son, por ende, los que
definen la calidad de una sociedad.
Si
nos detenemos en pensar, nuestras vidas se encuentran ancladas a dos pilares:
familia y trabajo. Se agrupan y a la vez son diferentes. Debemos disociar estos
pilares y nunca mezclarlo. Ya sabemos que es duro vivir el presente y que el
pasado y el futuro nos acosan. El
pasado por sentimiento de culpa y
el futuro por las ansiedades: ¿Qué pasaría sí..?. Bastantes motivos para obligarnos
a que la vida presente se haga tolerable. No dejemos
que nos haga ciego para no ver la sonrisa de un compañero o sordo a la voz
agradecida de un amigo.
Los
actores y sus comportamientos, en el medio laboral, son elementos esenciales a la hora de definir el
trabajo. A veces la actuación en
grupo, de forma deliberada e inconciente, contribuye al hundimiento del equipo.
No es justo…!.
Volvemos al principio: la honestidad y el respeto por cada uno
de los miembros del equipo es fundamental para que el barco, en donde todos navegamos,
no marche a la deriva. Y como dice
Henry Ford “ Llegar juntos es el
principio. Mantenerse juntos, es el progreso. Trabajar juntos es el éxito”
AM&Astorga
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