Cuando visité por primera vez las marismas del Guadalquivir, me sorprendió la enorme plenitud interrumpida por algunos árboles y escasas construcciones.
Llanuras ,unas verde otras amarilla, que hace confundir con el cielo un mar interno, parece infinita castigada por el viento, el sol y la lluvia. El calor debe ser tan intenso que cuartea la tierra, la hace barro y la pulveriza, a la puesta de sol un frío tal, que cala los huesos. Es una tierra de contrastes extremos cercana a la civilización y resistente a la colonización por parte del hombre.
Acuarela de colores -CORIA DEL RIO - (Sevilla)
Contra Luz en el Guadalquivir
Pensamiento en el Regreso
Finca Arrocera
Espejo en las Marismas de Doñana
Juncos al Atardecer

Textura

Entrada a las Marismas desde Puebla

Horizonte en el Ocaso